miércoles, 3 de mayo de 2017

TAREA DE HISTORIA - puente de 4 al 7 de mayo

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SE ENTREGARÁ EL LUNES 8.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812


La Constitución de 1812
Aprobada el 19 de marzo de 1812 y popularmente conocida como “La Pepa”, este texto legal fue la primera constitución liberal del país. La constitución de 1812 es uno de los grandes textos liberales de la historia, siendo muy célebre en su tiempo.

Los diputados liberal Agustín ArgüellesDiego Muñoz Torrero y Pérez de Castro son las figuras más destacadas en su elaboración.

Estos son los rasgos principales de la Constitución:
  • Soberanía nacional. El poder reside en la nación, idea opuesta a la soberanía monárquica.
     
  • División de Poderes.
    • Poder legislativo: Cortes Unicamerales
    • Poder judicial: tribunales
    • Poder ejecutivo: Rey, pero con importantes limitaciones:
      • Sus órdenes deben ir validadas por la firma del Ministro correspondiente.
      • No puede disolver las Cortes
      • Veto suspensivo transitorio durante dos años, tras ello la decisión de las Cortes se convierte en ley.
      • Nombra a los ministros, pero estos deben ser refrendados por las Cortes (“doble confianza”)
         
  • Nuevo derecho de representación. La nación ejerce su soberanía mediante sus representantes en Cortes.
     
  • Complicado procedimiento electoral por sufragio universal masculino indirecto en cuarto grado. Derecho de voto: todos los hombres mayores de 25 años, que elegían a unos compromisarios que a su vez elegían a los diputados.
     
  • Igualdad de los ciudadanos ante la ley. Esto supuso el fiin de los privilegios estamentales.
     
  • Se omite toda referencia a los territorios con fueros, lo que equivalía a su no reconocimiento. No obstante, los regímenes forales de las provincias vascas y de Navarra no se derogaron explícitamente.
     
  • Reconocimiento de derechos individuales: a la educación, libertad de imprenta, inviolabilidad del domicilio, a la libertad y a la propiedad.
     
  • El catolicismo es la única confesión religiosa permitida. La necesidad de contar con la colaboración del clero en la lucha contra los franceses explica este rasgo intolerante que choca con el espíritu avanzado de la constitución.

Después de la captura y ejecución de José María Morelos y Pavón la situación de los insurgentes era crítica: Hidalgo y los primeros caudillos habían desaparecido y sólo unas cuantas partidas capitaneadas por Guadalupe Victoria, José María Liceaga y Vicente Guerrero, continuaban la lucha en Veracruz, el Bajío y el Sur novohispano. Sumado a ello, el gobierno virreinal se fortaleció al ofrecer amnistía a los insurgentes que depusieran las armas. En ese contexto fue que el 15 de abril de 1817 desembarcó, en Soto la Marina, un joven guerrillero de origen navarro: Francisco Xavier Mina.

Convencido de que en América podría continuar su lucha contra Fernando VII, Mina se embarcó, en mayo de 1816, hacia tierras americanas a bordo de la fragata Caledonia, acompañado de fray Servando y 22 oficiales españoles, italianos e ingleses. Antes de emprender su expedición a la Nueva España, Mina viajó a Haití en donde el general Alexandre Pétion le proporcionó ayuda, asimismo se reunió con Simón Bolívar.

A bordo de los buques “Neptuno”, “Congreso Mexicano” y “Cleopatra”, Xavier Mina arribó a Soto la Marina, donde desembarcó el 15 de abril de 1817. A su llegada, refiere la investigadora Johanna von Grafenstein, Mina “imprimió y distribuyó una proclama, en la que dio a conocer los motivos de su lucha: poner fin al despotismo y monopolio ejercido en España por Fernando; privarlos de los recursos de las posesiones de ultramar; unir su lucha contra la tiranía con la de los americanos, así como ‘el establecimiento de gobiernos liberales en toda la extensión de la antigua monarquía”.

En Soto la Marina, Mina mandó construir un fuerte en donde dejó 130 hombres al mando del mayor Sardá, mientras que él se adentró al país con unos 300 seguidores. El fuerte fue destruido por la fuerza naval imperial y Fray Servando Teresa fue capturado.

Francisco Xavier Mina se internó en la Nueva España con el objetivo de reunirse con los insurgentes para unir esfuerzos contra la monarquía; en su travesía se enfrentó a los realistas y obtuvo importantes victorias, entre ellas: en Valle del Maíz, en la hacienda de Peotillos, en Real de Pinos y en Rincón de Centeno, cerca de San Juan de los Llanos.
En el Fuerte el Sombrero, Guanajuato, Mina se reunió con el reputado insurgente Pedro Moreno. A partir de ese momento la suerte del guerrillero navarro cambió. Al respecto, la historiadora Doralicia Carmona Dávila refiere que “Mina urgido de apoderarse de una ciudad importante que reviviera la insurgencia, atacó Guanajuato la noche del 24 de octubre; mas sus tropas fueron dispersadas por el enemigo. Al verse derrotados, Mina y Moreno huyeron al Rancho del Venadito, pero un cura de Silao los denunció y, el 27 de octubre, Mina y Moreno fueron detenidos. El primero fue encadenado, el segundo ejecutado inmediatamente”.

El 11 de noviembre de 1817, Mina fue conducido al Cerro del Bellaco y, frente al fuerte de los Remedios, fusilado por elementos del Batallón de Zaragoza. Por la captura, el virrey Apodaca recibió el título de conde del Venadito.
Xavier Mina, comenta Doralicia Carmona, fue reivindicado el 17 de septiembre de 1823, cuando su cuerpo fue enterrado solemnemente frente al altar mayor de la Catedral de México, junto con Hidalgo, Morelos y Allende, considerados “Padres de la Patria”. Desde el 15 de septiembre de 1910, sus restos descansan en la Columna de la Independencia.

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