PRIMERA INVASIÓN FRANCESA (1838-1839).
A finales de 1836, el gobierno de España reconoció la independencia de México y firmó un tratado de paz y amistad.
Tras la pérdida de Texas, siguieron nuevos conflictos internos en México por la ambición del poder.
En circunstancias tan críticas para el país, arruinada la hacienda pública, paralizada la guerra con Texas y en tensión con Estados Unidos, infestados los caminos de bandidos y las ciudades de ladrones, además de la falta de libertades para los ciudadanos por parte del gobierno centralista, surgió un nuevo conflicto internacional con Francia, que pedía el pago de seicientos mil pesos por perjuicios y daños a bienes de franceses que vivían en México. Tan sólo sesenta mil pesos era lo que pedía un pastelero apellidado Remontel que se quejó del saqueo de su restaurante en la capital del país.
El gobierno de México consideró exagerada la reclamación y se negó a pagar, por lo que Francia envió 10 buques militares al puerto de Veracruz, con lo que inició "La Guerra de los pasteles". El almirante Bazoche ordenó bloquear el puerto y obligó a negociar a las autoridades mexicanas en Jalapa, pero al no haber acuerdo, los buques franceses bombardearon San Juan de Ulúa y Veracruz, cuya población abandonó ambos sitios.
Enterado de tal situación, el general Santa Anna trató de limpiar su cobardía por la pérdida de la guerra contra Texas y organizó una tropa para enfrentar a los franceses invasores en Veracruz, pero durante una escaramuza sin relevancia, fue herido de gravedad y perdió una pierna.
Santa Anna publicó un manifiesto al pueblo de México, donde conmovió a mucha gente, quien lo creyó un auténtico defensor contra Francia y le volvió a dar su apoyo. Sin embargo, la lucha continuó siendo a favor de Francia y el gobierno mexicano se vio obligado a firmar un tratado de paz, concediendo a la nación invasora el pago requerido, y recibiendo una humillación internacional.
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